26 Sep Guggenheim Bilbao acoge la muestra ‘Arquitectura habitada’
La muestra reúne seis instalaciones de Liam Gillick, Mona Hatourm, Doris Salcedo, Cristina Iglesias y Pello Irazu.
Museo Guggenheim de Bilbao exhibe desde este jueves dia 27/09, Arquitectura habitada, una muestra de las distintas creaciones desarrolladas por cinco autores para crear composiciones arquitectónicas a partir del uso, con fines artísticos, de elementos de la vida cotidiana.
Cuatro de las piezas se muestran por primera vez tras haberse incorporado recientemente a la colección propia del Guggenheim de la capital vizcaína. De estas, la más relevante es la titulada Cómo te vas a comportar? Un gato de cocina habla (2008), del artista británico Liam Gillick (Aylesbury, 1964), quien la ha donado al museo bilbaíno tras representar con ella a Alemania en la Bienal de Venecia de 2009.
En ella genera un espacio de características arquitectónicas mediante la reproducción repetitiva, en madera de pino y sin electrodomésticos, de la cocina modular Frankfurt, diseñada en los años 20 del pasado siglo por la arquitecta austríaca y activista feminista, comunista y antinazi Margarete Schütte-Lihotzky para un complejo de viviendas obreras.
Con esta obra, Gillick, considerado uno de los agitadores del arte británico de finales del siglo XX ha explicado, en el acto de presentación que ha tratado de evocar el ansia moderna por acceder al diseño de calidad y a un espacio habitable que haga más cómoda la existencia.
La composición, ubicada en la espaciosa sala 303 de la tercera planta del museo, que ha transformado el artista para acoger su pieza, se completa con la figura de un gato disecado que va narrando al espectador, en inglés, español y euskera, reflexiones sobre los sueños, las desilusiones y el paso del tiempo.
Otra de las piezas más llamativas de la muestra, abierta hasta el 19 de mayo de 2013, es la de la palestina de origen libanés y pasaporte británico Mona Hatourm (1952), quien en Hogar (Home, 1999) utiliza relucientes utensilios cotidianos de cocina repartidos sobre una larga mesa para componer distintos espacios de reminiscencias arquitectónicas.
Hatourm separa la obra y los elementos que la componen potencialmente peligrosos en manos de un niño, como un rallador de queso, una máquina de hacer picadillo de carne o un cascanueces, del espectador mediante unos cables de acero que actúan a modo de barrera arquitectónica.
La obra más sobrecogedora de la exposición es la de la colombiana Doris Salcedo Sin título (2008). Mediante el ensamblaje de muebles comunes en todo hogar, como dos armarios roperos y una mesa, la autora (Bogotá, 1958) consigue un conjunto que recuerda a un féretro de grandes dimensiones.
Con esta obra, señaló la comisaria de la muestra, Salcedo hace referencia a la convulsa y traumática historia de violencia que ha vivido su país en el último tercio del siglo XX.
La pieza de la colombiana comparte sala con dos obras ya mostradas al público de la escultora gipuzkoana Cristina Iglesias, Celosia II, de 1997, que genera un espacio cerrado, acotado por cuatro paredes labradas con el enrejado propio de los confesionarios, y Habitación de alabastro, de 1933, que, por el contrario, crea un ambiente arquitectónico abierto y diáfano.
La muestra se completa con la pieza del gipuzkoano Pello Irazu (Andoain, 1963) Formas de vida (2003), con la que, mediante perfiles de hierro y largueros de madera, conforma, en el centro de la sala, una especie de refugio en apariencia inestable y difícilmente transitable
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